29 de marzo de 2020
Hace ya más de quince días que los ciudadanos del país están confinados en casa como medida excepcional para evitar que la pandemia del Covid-19 se extienda más entre la población. Cuando el 14 de marzo entró en vigor el Real Decreto 463/2020, los panaderos supimos que nuestros negocios podríamos abrir durante el período de cuarentena general. El Gobierno español autorizó la apertura de nuestros negocios para que nos englobaron en el sector alimentario y quizás también, porque el pan es un producto básico.
Os aseguro que el sábado 14 de marzo, cuando sabíamos que las panaderías podríamos abrir nuestros negocios en este periodo de excepcionalidad, más de uno de nosotros pensó si valía la pena hacerlo. Los riesgos para nosotros, nuestros familiares y nuestros trabajadores era, y es, muy grande. Pero después de los primeros minutos de duda todos, absolutamente todos los panaderos, decidieron abrir el domingo 15 de marzo, y así hemos hecho hasta ahora.
En pocas horas tuvimos que adoptar medidas de seguridad para nuestros pero también por los clientes para garantizar que trabajar o entrar a comprar cada día en la panadería no sea una actividad de alto riesgo. Y estas medidas las hemos tenido que poner en marcha a toda prisa sin ninguna ayuda que no sea nuestra propia, con nuestros recursos; con los recursos de empresas que son, en realidad microempresas. Si durante estos días nuestros sanitarios, que están en primera línea de fuego, se han quejado, y con razón, de la falta de medios tan básicos como una mascarilla protectora, imaginaos que ha sido para nosotros conseguir unas mascarillas por nuestros trabajadores de obrador y de cara al público. Yo mismo, os puedo decir que cuando conseguí varias mascarillas, fuera de lo que entendemos el circuito comercial habitual, tenía la impresión de haber hecho una actividad similar a la compra de drogas a un traficante.
Durante estos días de trabajo intenso y angustioso en las panaderías no hemos sido libres de comentarios condescendientes de otros sectores comerciales, que obligados a cesar su actividad, nos dicen que todavía estamos de suerte porque nosotros estamos trabajando y "haciendo caja". A los que piensen así sólo deciros que la mayoría de panaderías que conozco, incluida la mía, han perdido buena parte de su negocio tradicional, porque ahora no pueden vender a bares o restaurantes que son nuestros clientes, no suministran el pan a col Escuelas o no pueden ofrecer el complemento de servicio de degustación de nuestros productos en las tiendas. Pero aquí seguimos.
Estamos haciendo nuestro trabajo y también sé de muchos de mis compañeros y compañeras que están yendo aún más lejos. Hay panaderías que están llevando el pan a casa de sus clientes más grandes para que no tengan que salir a la calle o que periódicamente llevan sus productos a hospitales de todo el país en una muestra de solidaridad con el personal sanitario, auténticos héroes y heroínas que están muriendo, literalmente, para que nosotros podamos salir de esta maldita pandemia. Sólo os puedo decir que me siento muy orgulloso de pertenecer a un colectivo que piensa y actúa de esta forma.
En este contexto, no quisiera dejar de reconocer el trabajo que están haciendo también nuestros trabajadores de obrador, dependientas, las harineras y proveedores de nuestras materias primas básicas, sin ellos, nosotros no podríamos hacer el pan que garantizamos a la población.
Creo que cuando todo esto termine y lo miramos como un mal sueño, todos, absolutamente todos, tendremos que reflexionar mucho sobre cómo es nuestra vida y el mundo que nos ha tocado vivir. Me pregunto, por ejemplo, si nuestras panaderías y nuestro modelo de negocio de proximidad será valorado en la medida que se merece o nos verán como hasta ahora: un sector que siempre está quejándose de la competencia que sufre, que no se ha sabido adaptarse a los tiempos, etc. Piense, donde están ahora, por ejemplo, todas aquellas cadenas que se llaman panaderías? Pues, cerradas. Parece que en momentos de crisis como el actual, ellos mismos no se consideran panaderías.
Ojalá, cuando esta pandemia ocurra todos mis compañeros y compañeras continúen al frente de sus negocios, podamos trabajar con dignidad y que, si vuelven a reclamar nuestros servicios, podamos estar.
Entre todos nos saldremos.
Mucha salud a todos y todas.
Antoni Figuera Niubó
Presidente del Consejo Regulador de la IGP Pa de Pagès Català
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